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Save de World: Salvemos al Mundo… de los impresentables


Salvemos al Mundo. Con una frase así no te puedes negar.

En estos días se está celebrando la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, conocida como COP15. Y no puedo evitar que me entren arcadas y náuseas. Ya me lo imaginaba. Los medios de comunicación tradicionales rodeando la noticia del acontecimiento con la parafernalia típica del titular cuanto más catastrófico mejor. Sin medida. Todo vale. Cualquier mensaje roeado de cualquier conjunto de imágenes archivadas para tan magna ocasión. Mensajes sesgados que apelan a tus sentimientos. Desprendimientos de hielo, huracanes, inundaciones, sequías. Da igual si esto se llama calentamiento global o cambio climatico. Es lo mismo. Te lo permiten todo. Hablan del CO2, y de los «humos» de unos y otros. El pobre CO2, ese gas no tóxico, incoloro, inodoro, insípido y que producimos o consumimos todos los seres vivos, es el gran culpable de todo, al que todos lo meten en un injusto paquete llamado «humos contaminantes». El CO2 contaminante. De risa. Pero claro, es el gran culpable si es el CO2 producido por el hombre.

No creo, como muchos, en el calentamiento global o cambio climático producido por el hombre. Creo en el cambio climático porque así es el clima: cambiante. Y creo, como muchos, y me atrevo a sustituir el verbo creer en esta frase por otro más científico, deduzco, porque existen pruebas científicas, existen muchos factores a nivel planetario y astronómico que dejan la acción del hombre y su CO2, como el efecto que haría una gota de agua en el océano. Pero lo peor de todo no es que unos estén equivocados y otros en lo cierto. Lo peor de todo es la forma alarmante y alarmista con la que es usado este tema a nivel mundial.

De calentamiento global a cambio climatico, de CO2 a humos, de escépticos a negacionistas. Sutiles utilizaciones del lenguaje que va calando poco a poco en el subconsciente y que va, poco a poco, convirtiendo el pensamiento personal en pensamiento único.

Negacionistas. Es curioso como éste término ha empezado a sustituir al de escépticos. Es curioso como coincide su uso a raiz del escándalo del Climategate. Recuerda, correos electrónicos de científicos pertenecientes a organismos asesores del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, IPCC, en los que es dificil sustraerse, por muy bienintencionado que seas, de la manipulación de datos, el trucaje de métodos, el sectarismo de un grupo que cree estar en posesión de la verdad absoluta, de las mentiras, al fin y al cabo, que se traen entre manos y que son los datos con los que nuestros mandatarios van a tomar decisiones en Copenhague que se traducirán en leyes en nuestros paises. Con datos falseados. ¿No te escandaliza?, pues debería. Decisiones que nos afectarán. Decisiones que parecen contar con el respaldo de toda la Ciencia. Y digo parece, porque no lo es. Hay mucha parte de la Ciencia que es, como mínimo, escéptica ante esta teoría. Pero los escépticos no tienen eco. No venden. Pero ¿qué digo escépticos?: negacionistas. No me negaréis el acento peyorativo del término. Se es negacionista porque el hecho es innegable. No importan las pruebas científicas. Es innegable… y punto. En otra época simplemente te llamarían hereje y te quemarían en la hoguera. Hoy te llaman negacionista y el vacío y el ostracismo puede ser tu mínima condena (cosa que en el mundo científico es temible). Lo normal es que junto con el apelativo de negacionista se te rian en la cara con indignación, desprecio y las manos tapándose los oidos porque no mereces ser oido. La dictadura científica.

Y da arcadas y náuseas porque la gente no se da cuenta de que lo que se negocia (ojo a la palabra «negociar») en Copenhague es un reparto del pastel. Poner precio al CO2, poner leyes al CO2. El negocio del CO2. Ese negocio que se está gestando en Copenhague y que los paises ricos, sin contar con los demás, ya tienen acordado para el fin de fiesta. El documento acordado parece permitir a un puñado de países ricos las mayores emisiones de CO2 y más control sobre las futuras negociaciones dentro de un «círculo de compromiso». En este documento también se establecen límites desiguales en las emisiones per cápita de CO2 para los países desarrollados y en desarrollo, lo que significa que los países ricos podrán emitir casi el doble que los pobres. El proyecto deja el control efectivo de «las finanzas» de cambio climático al Banco Mundial, y se abandonaría el Protocolo de Kyoto – el único tratado jurídicamente vinculante que el mundo tiene en la reducción de emisiones-. El Banco Mundial destinaría dinero para ayudar a los países pobres a adaptarse al cambio climático, dinero que dependería de sus propias decisiones. Y el CO2 es la moneda de cambio de este negocio. Porque los cupos de emisión de CO2 se compran y se venden. Tal como lo oyes. Y es tan sencillo como que el desarrollo produce CO2. Qué le vamos a hacer. Es así. Por eso el reparto del pastel del CO2 es tan importante. Por eso los únicos perjudicados serán los paises pobres, que tendrán en el límite de emisiones, el obstáculo a su desarrollo. Y nosotros, el ciudadano de a pié, porque todo esto tiene un precio que pagaremos en nuestras facturas de energía y bienes. Y todo por la dictadura de una teoría al menos por demostrar.

¿Porqué hemos llegado a esto? Porque al final todo es una lucha por poder y dinero a escala mundial. No soy un paranoico de las confabulaciones ocultas. Simplemente, esto apesta y los más listos se aprovechan. Y todo bajo el paraguas de un «salvemos al mundo». Vale todo.

Vale hasta un impresentable y nauseabundo vídeo que utiliza niños como vía de propaganda, con un mensaje tenebrista, aterrorizador (de niños), miserable y enfermizo y que fué utilizado en la apertura del COP15. ¿Es necesaria tal artimaña rastrera para apoyar esto? ¿O no las tienen todas consigo?. El vídeo está en inglés, pero casi ni hace falta entenderlo. Si lo entendieras sería nefasto para tu salud.

Termino con una frase del periodista americano de los años 20, H.L. Mencken que cita Eduardo Ferreyra:

“Todo el propósito de la política es mantener al populacho alarmado, y por ello clamoroso para ser conducido a la seguridad, mostrándoles una interminable series de enemigos y catástrofes, todos ellos imaginarios. La necesidad de salvar a la humanidad es casi siempre una falsa fachada para el deseo de tomar el poder.”

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